Reino de esponjas
se me antoja uno de esos libros esenciales. Sencillo y profundo, con esa
profundidad que a menudo posee lo cotidiano, discreta y serena, pero
contundente.
Pilar
habla de la dureza que hay en lo suave, de la extrañeza que habita lo
cotidiano. Pasea, como el que no quiere la cosa, entre temas trascendentes, y
así se pone en la tarea de plasmar en estos versos uno de los misterios
universales. El misterio de la muerte es poco, está manido y ella se detiene en
la otra cara de la moneda: en el misterio del nacimiento. Porque Pilar es poeta
y es madre, y eso convierte su mirada en una mirada que busca el detalle, el
instante, el momento. Y el detalle, el instante o el momento habitan en la voz
del hijo, en su olor, en su presencia, en su presentimiento primigenio, una
presencia que difícilmente se explica con palabras, porque viene de lo suave,
de lo húmedo, del reino de las esponjas donde flota, el lugar donde empieza
todo.
Y
así se plantea una evolución, un camino que es la vida y que comienza con hoy eres solo pálpito, latido acelerado de
promesas que lleva a ese explicarse
la vida de otro modo. Una vida que es cicatriz
que sigue latiendo, el fruto de un agua sencilla, transparente, necesaria.
Porque aquí lo que está sobre la mesa es el mundo de la suavidad, de lo
acuático, de lo esencial, el de las palabras secretas que se dicen al oído, el
de las cenas y los charcos tras la lluvia.
Pilar
maneja perfectamente el lenguaje asequible para crearnos la imagen de lo
cotidiano, para hacernos ver la vida tal y como es, y juega con imágenes para
todos visibles con la finalidad de darle la voz al hijo. Porque es el hijo, al
fin y al cabo, un modelo, un maestro que enseña sobre la vida sin saber de la
vida. La risa ancestral del niño, que son todos los niños, que son todas las
risas. De lo particular se llega a lo universal, al igual que de lo cotidiano a
lo trascendente. Ese es el juego. Esa es, al fin y al cabo, la respiración
íntima que late en este reino de esponjas.
Reino de esponjas,
Pilar Verdú. Tigres de papel, 2016.