domingo, 15 de abril de 2018

Fuera de temporada, de Alicia Plante


Sopla el viento de otoño en la costa de Pinamar y son pocos los seres que aciertan a pasear por sus playas ahora que el verano ha terminado. Alicia Plante nos propone con Fuera de temporada (Adriana Hidalgo Editora, 2013) un recorrido por esas costas semidesiertas, habitadas por individuos desganados, melancólicos, aquejados de esa amargura que a menudo asalta a aquellos que viven en lugares desnudos, glamurosos a rachas. Personas que pasaban inadvertidas cuando el balneario estaba lleno de turistas, y que en plena temporada baja se hacen más reales, nos hablan con su propia voz.
El argumento nos trae a un personaje central, el juez Leo Resnik, que por prescripción médica se encuentra viviendo en Pinamar, intentando superar el trauma de un accidente. Allí se cruza con diversos personajes, una suerte de comedia humana por la que desfila Battaglia, el comisario de permiso; el anciano Domingo con sus perros; el alemán Braum; Emilce, la recepcionista del balneario; Estela, la beata… Y Ramón Bastos, agente inmobiliario y  prohombre del lugar. Pero como nada es del todo apacible en este mundo, y ni mucho menos perfecto, la vida tranquila de Pinamar se ve truncada por la aparición de un cadáver, al que le siguen las subsiguientes pesquisas sobre el autor del asesinato que estos incómodos sucesos suelen acarrear. Será el juez Leo Resnik quien se verá en la obligación moral de llevar a cabo tales pesquisas y desenredar el anudado homicidio que implica, de forma directa o indirecta, a varios habitantes del lugar.
Es esta una novela caleidoscópica, un mosaico de vidas que termina por construir un solo dibujo: el relato de un crimen. A través del punto de vista múltiple y del discurso indirecto libre, Alicia Plante nos deja vislumbrar los interiores y las conciencias, y cómo (cada uno con sus motivos, cada uno sumido en su propio drama personal) todos los actores de esta historia terminan por coincidir en torno a un mismo hombre: Ramón Bastos, ser desagradable y ambicioso, especulador inmobiliario por más señas, totalmente libre de escrúpulos.
El crimen sobreviene hacia la mitad de la novela, que se estructura en torno a ese eje central: el asesinato. El antes es un desfile de personajes y vidas, sus cuitas, sus traumas, sus secretos. El después es el hallazgo, el dilema moral, la investigación. Cada capítulo se encuentra enfocado en un personaje y su conciencia, su vida y sus preocupaciones, de forma que uno permanece todo el tiempo a la expectativa de cuándo y cómo saltará la liebre, de qué manera terminará por explotar todo y en las narices de quién. Nos mantiene intrigados de la misma manera en la que uno espera que el mago encuentre la carta elegida entre toda la baraja. Sin duda el propósito del libro es hacernos reflexionar sobre la dicotomía universal  del bien y del mal, sobre lo justo y lo injusto, y lo consigue sin ser vertiginosa ni llena de acción. Es una intriga sosegada la de Alicia Plante, una intriga muy argentina.
Y es que el conflicto central no es solo un hombre muerto que aparece dentro de una fuente. Para nada. El conflicto es una cuita interna, un apuro moral. El eterno dilema entre lo apropiado de la justicia poética (esa que no sabe de leyes escritas) y la necesidad de una justicia hecha por los hombres. Lo correcto y lo legal son asuntos que no quieren darse la mano y que, no obstante, están condenados a encontrarse en estas playas de Pinamar.
Sin embargo, a pesar de todos los matices y todas las motivaciones que llevan a los hombres a hacer lo que hacen, al final el bueno es muy bueno y el malo es muy malo. Es muy posible que en la vida todo se reduzca a eso, que todo sea, al fin y al cabo, más sencillo de lo que imaginábamos. El resto, personas normales con sus cosas, seres intermedios que sirven, de una manera u otra, para abrir la duda de quién será la víctima y quién el verdugo. Protagonista y antagonista con valores éticos equidistantes, y dos víctimas: asesino y asesinado. Víctimas ambos de las circunstancias, de las ambiciones, de la sociedad, de sí mismos. A todo este tapiz cabe añadirle el trasfondo intertextual que recuerda, tal y como se indica en la propia novela, a cierta comedia de Lope de Vega.
El lenguaje que maneja Alicia Plante es rico, eficaz, preciso. Un estilo muy literario que no peca ni de poético ni de directo, que nos despliega recursos en su justa medida. El uso del estilo indirecto libre le permite a la autora insertar en la narración un cambio de registro, un habla coloquial que se adapta al personaje y lo retrata. Porque lo que aquí está en juego, y es uno de los puntos fuertes de esta historia, es el desfile de almas y caracteres, almas curtidas en muy diversas edades y clases sociales, y cómo todas terminan por converger en una aversión común: el desprecio hacia el abuso.
En general es una buena novela. Bien estructurada, equilibrada, con un estilo que nos atrapa. Y sin embargo, deja un poso amargo, un algo que, a mi modo de ver, no termina de hacer la novela redonda. La resolución del crimen se me representa fácil, rápida y con factor mediúmnico. Podría parecer que al protagonista le viene todo dado, puesto en bandeja, que no hay apenas obstáculos en la resolución de ese crimen ni en la defensa de los más necesitados. No se trata de una novela de suspense al estilo clásico, dado que no presenta un ritmo rápido y el crimen no es el centro de la historia, sino el envoltorio perfecto para la exposición de almas, para el retrato. Una excusa, si se prefiere. Fundamentada y lógica, eso por supuesto.
Alicia Plante nace en Buenos Aires y ha consagrado su vida a la literatura, tanto en el ámbito poético como en el narrativo. Comienza su andadura en 1970 con el poemario Asumiendo mi alma, al que le seguirían los títulos Un aire de familia (Premio Azorín de Novela, 1990), El círculo imperfecto (Editorial Sudamericana, 2004) y Una mancha más (Adriana Hidalgo editora, 2011) Con Fuera de temporada, Alicia Plante se sitúa como un nombre muy interesante en el panorama literario que conviene explorar con pausa, deteniéndose en cada esquina.